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La importancia de devolver

Antònia Mancha, Manel Claver y María Sánchez: Cuando la solidaridad vence la vejez

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Marc Criado Iglesias 

Igualada, 16/04/2021

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Como cada jueves por la mañana Manel Claver apila la última caja del banco de alimentos y da por finalizada su jornada como voluntario. Manel a sus 65 años es uno de los 364.000 voluntarios mayores de 65 años que hay en España.

En España hay un total de 2,7 millones de voluntarios, una cifra que corresponde al 6,7% de la población total del país. Según el informe 'Retrato del voluntariado en España', elaborado por la Plataforma del Voluntariado de España, a través de su Observatorio, la mayoría de los voluntarios son mujeres de entre 35 y 54 años. La franja de edad de mayores de sesenta y cinco años es la que tiene un menor porcentaje de participación.

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En cambio, Manel se aferró a su pasión por la enseñanza y tan solo tres años después de haberse jubilado empezó a dar clases de lengua castellana a grupos de inmigrantes que necesitan aprender el español. Además de esa función didáctica para los más necesitados, también colabora con el banco de alimentos. Manel bromea acerca de los jubilados que van al gimnasio y les invita a acudir un día al banco de alimentos si lo que quieren es hacer ejercicio de verdad.

“Cuando alguno de mis amigos presume de ir al gimnasio, yo les invito a venir a ir un día al banco de alimentos si lo que quieren es hacer deporte.”

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Fuente: Plataforma del Voluntariado de España. Elaboración propia

En el informe que recoge la Plataforma de Voluntariado de España también se puede observar un crecimiento exponencial de voluntarios respecto a años anteriores. En el año 2017 había un total de 2,2 millones de voluntarios, 700.000 menos que actualmente. 

Fuente: Plataforma del Voluntariado de España. Elaboración propia

Antònia Mancha, Manel Claver y María Sánchez. Son tres vecinos de la ciudad de Igualada y suman total de 205 años de vida. Con ello demuestran que la edad no es excusa para sacar nuestro lado más solidario. Los tres testimonios aseguran que siempre han realizado todo tipo de voluntariado de la mano de Cáritas Arxiprestal Anoia Segarra, entidad para la que colaboran desde hace años. Antònia es la más veterana de todas y ya acumula más de siete años de voluntariado. Cáritas asegura estar muy agradecida, puesto que reconoce que, con su compromiso solidario y su esfuerzo gratuito, sus voluntarios son el verdadero motor de la entidad.

 

Igualada es una de las muchas ciudades de Cataluña que disponen de un gran número de voluntarios afiliados. En Cataluña hay alrededor de 24.000 entidades y aproximadamente 510.000 catalanes que realizan algún tipo de acción voluntaria, según el informe ‘L’associonisme i el Voluntariat a Catalunya’, elaborado por la Plataforma del Voluntariado de España, a través de su Observatorio.

 

La pandemia ha afectado las labores del voluntariado de manera desoladora. María, que forma parte del sector de alto riesgo, afirma que la pandemia le ha afectado por completo,y que  el miedo a la COVID-19 por el momento vence su lado más solidario. Antònia coincide con María y afirma que su colaboración ha sido la más perjudicada. La tienda de ropa, después de muchas idas y venidas, actualmente permanece cerrada a la espera de una nueva orden que les permita abrirla de nuevo. En ese aspecto Antònia está contenta porque le prevé un gran futuro a la tienda, ya que, según nos ha contado, existe la posibilidad de una colaboración con grandes marcas como puede ser Zara para que les suministren ropa de anteriores colecciones. En cuanto a la clínica Sant Josep, actualmente está todo paralizado. Las autoridades sanitarias no permiten ningún tipo de voluntariado, ya que las restricciones de la clínica lo impiden. Esta situación disgusta por completo a Antònia, quien asegura haber perdido por completo el contacto con aquellos pacientes con los que tantas tardes había compartido. De hecho, desconoce por completo de su existencia y eso le hace temerse lo peor.  Por otro lado, Manel sí que ha podido seguir ejerciendo sus labores como profesor de lengua castellana con grupos reducidos de no más de cinco personas. Además, sigue echando una mano en el banco de alimentos dos veces por semana.

Algo en lo que sí están de acuerdo los tres testimonios es en el hecho de que muchos de sus compañeros voluntarios han dejado de acudir a los diferentes talleres por miedo a la COVID. Evidentemente, les parece un acto sensato porque sus compañeros rozan ya los setenta años y son personas de riesgo.

 

Sobre el porqué no hay más gente mayor haciendo voluntariado, Antònia habla de prejuicios sobre los más necesitados. Son muchas las amigas de Antònia que no entienden por qué acudía a la clínica Sant Josep si, según ellas, “los abuelos huelen mal.” Nuestra vecina afirma rotundamente que eso no es cierto, que ella jamás se ha encontrado con ninguna pega acerca del olor de los pacientes. Además, asegura que, si algún día se topa con alguna situación similar, no supondría un inconveniente tan grande como para dejar de asistir. Los prejuicios con los que se ha encontrado Manel son de un tono más racista. Conocidos de nuestro testimonio Manel afirman que los marroquíes son muy testarudos y que eso conlleva muchísima paciencia. Manel, para resolver estos prejuicios que tanto le plantean, trata de darle la vuelta a la situación: “¿Qué pasaría si fueran ellos los que de un día para otro tuvieran que aprender el árabe? ¿Les gustaría que alguien les ayudara con un idioma que desconocen por completo?” Por otro lado, encontramos las amigas de María, que cuestionan el hecho de invertir su tiempo libre realizando voluntariados, en vez de ir a dar un paseo como solían hacer antes. 

 

Pese a la felicidad que transmite ayudar a los demás y la satisfacción personal que aporta, los tres protagonistas han vivido momentos muy duros mientras colaboraban en Cáritas. Por ejemplo, Manel tuvo que lidiar con el hecho de encontrarse a un viejo conocido en el banco de alimentos. Él afirma que le impactó mucho verlo ahí ese día y que, evidentemente, pese a que trató de quitarle hierro al asunto, le dolió vivir ese momento. La reacción de Manel no fue otra que tratar de ayudar a su amigo al máximo y cariñosamente. En el buen sentido de la palabra, le dijo que ya no quería volverlo a ver por ahí, que iba a salir adelante.

 

Nuestros testimonios comparten opinión cuando afirman que el beneficio más grande que se puede obtener en un voluntariado a su edad es la satisfacción personal. Aseguran que oír “muchas gracias, señor profesor” o bien una sonrisa de un paciente mientras juega al bingo les llena “más que nada en el mundo.” Y es que otro aspecto que nos destacan los longevos voluntarios es que sí, se puede establecer amistad ya sea con sus alumnos o bien con sus pacientes. Ellos siempre están predispuestos a ser lo más cercanos que puedan para facilitar la relación entre voluntario y necesitado. Los vecinos de Igualada se deshacen en elogios hacia aquellas personas que viajan alrededor del mundo para ayudar a los más necesitados. Valoran el gran coraje que eso requiere, pero a la vez están de acuerdo en que en España queda mucha faena por hacer. Por eso lamentan que tal vez haya gente que recorra miles de kilómetros para sacarse una fotografía, pero en cambio no sea capaz de ayudar al que tiene al lado.

 

Nuestros protagonistas tienen bastante claro su futuro, su solidaridad no tiene fecha de caducidad.  Mientras que el cuerpo se lo permita, van a seguir ayudando a todo aquel que lo necesite y es que, para devolver, la edad es solo un número. 

Antònia escogió echar una mano como dependienta en la tienda de ropa que Caritas pone a disposición de los más necesitados a un precio muy asequible, y además muestra su gran empatía con las personas mayores en la clínica Sant Josep. Allí su función es pasar tiempo con las personas mayores, ya sea estableciendo conversación con ellas, leyéndoles revistas o bien organizando distintos pasatiempos como puede ser el exitoso bingo de la clínica.

Nuestros tres protagonistas revelan que sienten la necesidad de devolver de alguna manera lo que Igualada ha hecho por ellos. Antònia (71), ha trabajado gran parte de su vida como comercial en uno de los diarios más importantes de la comarca, La veu de l’Anoia. Un trabajo que requiere estar muchas horas en la calle en busca de la mejor publicidad para su diario. Según nos cuenta Antònia, tantas horas en la calle le hicieron ver en primera persona cómo eran realmente las calles igualadinas y las ayudas que sus vecinos necesitaban. Por otro lado, tenemos el caso de Manel (65) que, gracias a su extensa trayectoria dentro del sector financiero, conocía de buena mano la cantidad de gente que pasaba por situaciones económicas complejas y que, por lo tanto, sabía que necesitaban algún tipo de ayuda. Es por eso por lo que Manel decidió que, una vez alcanzada la jubilación, no iba a ser de los que se quedara en casa viendo las tardes pasar. Quería ayudar a su comunidad. Por último, encontramos el caso de María (69), una extremeña a la que la ciudad de Igualada acogió con los brazos abiertos a ella y a su extensa familia cuando cambiaron la Mata de Alcántara por la ciudad catalana hace ya más de cuarenta años. Pese a que no dice estar tan involucrada como sus demás compañeros, siempre que puede echa una mano a la fundación.

 

Los testimonios coinciden acerca del porqué decidieron elegir a Cáritas como entidad para la que colaborar. Afirman que Cáritas ha construido una gran comunidad de voluntarios en Igualada. Numerosos proyectos impulsados por la fundación hacen de Igualada una ciudad mejor. Una vez ya dentro de Cáritas, nuestros testimonios eligieron caminos diferentes. Antònia optó por la rama de la sanidad, las personas mayores y la tienda de ropa, mientras que nuestro vecino Manel se decantó por la educación, los inmigrantes y el banco de alimentos. Por otro lado, María participa en ocasiones más puntuales como puede ser la recogida de juguetes en Navidad, la donación de alimentos o la costura de ropa para entregar a quienes más lo necesitan.

“Muchas veces se recorren miles de kilómetros para ayudar a gente y quizás no somos capaces de ayudar áquel que tenemos al lado.”

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